CAMBIANDO VIDAS.
En
2010 comenzó un sueño, una aventura que a mí, personalmente, me cambió la vida,
constantemente me pregunté que hubiera sucedido si continuara en el colegio en
el que me encontraba antes que éste y siempre llego a la conclusión de que
gracias al Colegio Loyola soy lo que soy ahora.
En
2010 era una niña de apenas 13 años, tímida, poco sociable y un tanto
reservada. Me ilusionaba la idea de que en el colegio todo iba a ser de forma
virtual, sin cuadernos ni tareas para la casa. Todo fue perfecto en el primer
año del colegio mientras cursaba el grado octavo, aunque fue la primer vez que
casi pierdo una materia, que hasta el momento aún me da un poco de lidia,
Inglés, también recuerdo todas las otras clases: Matemáticas didácticas y
divertidas con fuguritas de fommy para aprender factorización, ciencias
naturales con un microscopio, mi primer experiencia con uno de estos aparatos y
Cartografía en los suelos a falta de tableros; la creatividad de los profesores
que nos acompañaban me inspiraban, me motivaban estaba feliz de estar en esta
institución donde además conocí a las personas que me acompañarían durante todo
mi recorrido en el Loyola.
Fue
un año caótico, no teníamos implementos suficientes para el aprendizaje y con
apenas 13 años teníamos la gran responsabilidad de fundar y construir caminos
para las nuevas generaciones del colegio.
El
grado noveno fue todo lo contrario al anterior, nuevos profesores llegaron a la
institución así como otros partieron, las cosas cambiaron y se perdió un poco
el camino que debíamos seguir, sin embargo comenzamos a utilizar lo que en ese
entonces eran los laboratorios del SENA, el acompañamiento de los asesores fue excelente
y gracias a ellos aprendimos a manejar variedad de programas entre ellos AutoCad
con el cual realizamos los planos del proyecto de vivienda que estábamos desarrollando,
en cuanto al trabajo en equipo, aún no me había acostumbrado, ya era tarde y hora
de hacerlo. Tuve muchos compañeros con los que no me entendía y con los cuales
tenía problemas, pasó un poco más de un año hasta lograr acostumbrarme al
trabajo en equipo y a la metodología del colegio, durante este tiempo tuve
muchas complicaciones incluso pensé en retirarme la institución, pero luego de
mucho pensarlo opté por seguir y continuar con un sueño de duraría 2 años más.
Y
cómo olvidar el 2011 donde no sólo perdí por primera vez una materia, sino también
donde perdí grandes amistades que no estaban dispuestas a continuar en el
colegio.
¡2012!
Ya estábamos en décimo grado, a un paso de finalizar nuestros estudios de
bachillerato, de nuevo tenía nuevos compañeros de equipo con los que tenía
infinidad de problemas, pero sin embargo junto con ellos logré desarrollar un
proyecto de biotecnología, quién lo iba a pensar, jóvenes de 15 años con
proyectos de investigación.
Pero
más que eso, ya era hora de pensar que iba a ser de mi vida después de terminar
el bachillerato ¿qué estudiaría? No sabía muy bien que era lo que me gustaba, muchas
cosas llamaban mi atención pero ninguna tanto como para dedicarme a ella toda
la vida. Pero las cosas dieron un giro inesperado, comenzando el último periodo
escolar la rectora de ese entonces Mary luz me hizo una invitación para entrar
a participar a un proyecto de investigación relacionado con la creación de mezclas
para la construcción, eso llamó mucho mi atención y lo pensé bastante antes de
dejar un proyecto de biotecnología, casi terminado, para continuar con otro
totalmente diferente de construcción y con el cual debíamos empezar desde cero.
Acepté y fue bastante raro ser la nueva
del salón cuando ya estaba por finalizar el año, pero me acoplé bastante rápido
al cambio.
El
nuevo proyecto no estaba muy bien definido, tan solo estaba la idea planteada y
varias fuentes de información, así que el resto del año fue dedicado
simplemente a la redacción y planteamiento de este, trabajamos duro para
comenzar lo antes posible con la parte práctica del proyecto, lastimosamente
ese año no lo pudimos lograr pero fue una sorpresa que en la muestra final que
se realiza anualmente en el colegio nuestro planteamiento del colegio fue
evaluado con una puntuación casi perfecta de 99/100 cómo no entusiasmarnos con
eso.
A comienzos
de 2013 nos dimos cuenta que no contábamos con asesores para el proyecto,
nuestro profesor acompañante había sido despedido, sin embargo gracias al SENA
y a la asesora que nos brindaron, ZORAYDA OSORIO, fue posible todo lo que
logramos; los procedimientos que debíamos seguir lo hicimos gracias a ella, fue
de gran ayuda y se podría decir que fue la única que creyó en nosotros y en
nuestro proyecto.
El
año fue dedicado completamente al desarrollo del proyecto, tuvimos muchos percances
y problemas tanto en el trabajo en equipo como en la ejecución del proyecto,
estuvimos en algunas ferias sin reconocimiento alguno, eso nos desanimó un
poco, nuestra motivación ya no era la misma pero aun así, sin darme cuenta ya
había encontrado lo que realmente me gustaba, las experiencias en los
laboratorios creando y desarrollando mezclas de construcción me ayudaron a
decidir que quería estudiar en la universidad, tenía una razonable gama de
pregrados para elegir: ingeniería de materiales, civil y ambiental, aun no
sabía cuál de todas elegir, pero almenos ya sabía que era lo que realmente me
gustaba y a lo que quería dedicarme.
Gracias
al Colegio Loyola Para la Ciencia y la Innovación encontré mi vocación y
aprendí un millón de cosas que dudo mucho hubiera aprendido en otras
instituciones, muchas veces me senté a pensar en las vueltas que da el destino
y me atreveré a decir que un cambio repentino y no planeado de institución cambió
mi vida y me dio la oportunidad de conocer a personas que hicieron de mi lo que
soy hoy.
¡GRACIAS
LOYOLA.!
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