viernes, 15 de noviembre de 2013


PASO A PASO

Eran finales de octubre del año 2008, cuando una propuesta por parte de la coordinadora de mi anterior colegio, retumbo en mis oídos y se quedó en mi imaginación; no escuché muy bien las palabras de ella, lo único que puedo recordar fue que dijo que iba a ser una decisión difícil pero que si aceptábamos dicha propuesta no nos íbamos a arrepentir.

Habló de la creación de un nuevo proyecto educativo que iba ser un pilar en Medellín, dijo que un grupo de estudiantes de colegios determinados habíamos sido seleccionados para presentar un examen y pasar a esa “nueva institución educativa”. No puedo negar que la idea me gusto, había algo que me impulsaba a ser parte de este nuevo proyecto y luego de muchas conversaciones con mis padres y reuniones por parte de los creadores de la idea, tome junto con mi familia la decisión de entrar.

Recuerdo que el 5 de febrero de 2010 fue mi primer día en la institución, yo estaba muy contenta pero un poco asustada, ya que todas mis compañeras del colegio antiguo estaban recibiendo clase desde semanas anteriores y a mí no me habían llamado para ingresar. Recuerdo también que cuando entre el profesor Hernán nos recibió con un apretón de mano muy cordial y nos pidió dirigirnos al auditorio.

No puedo negar que fue algo muy extraño, ya que era un lugar que reflejaba ausencia de cuidado y vida, pero cada una de las palabras dirigidas por los directores y responsables del proyecto fueron una especie de luz, que incrementaba las ganas de aprender en nosotros y de convertir esos lugares en espacios de armonía.

Fueron pasando los días y cada vez el colegio tomaba más forma y se sentía ese calor peculiar de familia, yo fui supremamente feliz durante este primer año, tengo que aceptar que fue un cambio un poco brusco, pero el ingresar a la institución diariamente representaba para mi ese gusto por hacer lo que se quiere hacer.

Nunca voy a olvidar el día en que conocí a mis compañeras de equipo, a las cuales día a día fui aprendiendo a entender y querer mucho más. Todo, puedo decir que lo planeo el destino, yo entre a un salón después de una semana de estudio por un cambio que hizo la profesora, en esa semana ordenaron que debíamos conformar grupos de cinco personas y Kelly la líder fue quien me dijo y reunió a Paola y Camilo, luego por cosas del tiempo y de amistad Katherin comenzó a ser parte del grupo y fue acogida con alegría.

Todo fue transcurriendo, llegaron los trabajos, las exposiciones, los nervios y las lágrimas, siendo estas las principales responsables de la fuerza y tenacidad con que se adoptó la responsabilidad y se cumplió con ella.

En el 2012 ya éramos un equipo con cimientos realmente sólidos y estructurados, nuestro trabajo se desarrollaba de manera perfecta y cada uno conocía las habilidades y aptitudes del otro, lo cual nos hizo un equipo muy bien conformado y reconocido por la calidad de sus trabajos. Pero esto no se podía quedar ahí; en ese momento Hormi-PET entro como un cristal radiante que nos atrapo y cambio nuestra perspectiva ante la vida.

Nos contaron que uno de los requisitos para graduarnos era la realización de un proyecto de investigación, no sabíamos nada al respecto, pero nos afirmaron que nos iban a formar para desarrollarlo y poder algún día mostrarlo en una feria. Todo se comenzó a darse de porfa precisa, comenzaron las consultas, los debates, la planeación, los trasnochos, la redacción y corrección. Pero al final después de medio año de trabajo imparable, Hormi-PET quedó listo como un pan recién horneado.

Estábamos listas para presentarnos en una feria y eso fue lo que obtuvimos. Sabíamos que debíamos prepararnos para un feria de alta categoría en la cuidad la feria de la ciencia, la tecnología y la innovación, realmente la participación nos tomó por sorpresa, pero cada día de exposición fue muy bonito y provechoso. Al final obtuvimos el reconocimiento de mejor proyecto de investigación en la categoría de 10º y 11º. Ese día no faltaron las lágrimas y los abrazos, personalmente creo que nunca había sentido esa emoción que no permitía borrar una sonrisa de mi rostro.

Ahora seguimos siendo las mismas 4 niñas que creímos en un proyecto educativo que nos cambió la vida, ahora estamos a un paso de pasar a la universidad y continuar con desarrollando habilidades que un futuro nos permitirán ayudar a que esta ciudad y este país mejoren.


El colegio dejo en mi un mujer que lucha por cumplir sus sueños, que piensa que nada es imposible si hace con amor y dedicación y que la vida está llena de retos y necesita personas que se arriesguen a hacerlos realidad. 


Sara González Alzate 

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